Burbuja, protocolo, hisopado, positivo, aislamiento. Términos que en pandemia cobraron una relevancia inédita en el día a día de las personas y sus comunidades. Palabras que en tiempos de pandemia ganaron protagonismo en los más diversos ámbitos y marcan la agenda de todos.
El deporte no es la excepción y en ese contexto se desarrolla la Liga Nacional de básquet temporada 2020/21, competencia que luego de 25 años volvió a contar con un representante de la Tierra Colorada.
Oberá Tenis Club -el mejor de la inconclusa Liga Argentina 2019/20- adquirió el año pasado la plaza de Estudiantes de Concordia para disputar la máxima categoría y consiguió el objetivo de mínima: evitar el descenso.
La estadística fría dirá que en 38 partidos de la fase regular consiguió 13 triunfos y padeció 25 derrotas. Pero detrás de los números siempre hay historias y circunstancias que no pueden soslayarse ya que condicionan el resultado de un proyecto.
Se planifica y se trabaja en consecuencia, tal como lo hizo el Celeste, pero también surgen imprevistos que obligan a replantear sobre la marcha y redefinir estrategias.
El domingo pasado OTC se impuso a Instituto de Córdoba y el lunes Libertad de Sunchales le ganó a Atenas de Córdoba, resultados que definieron la permanencia del elenco misionero en la elite del básquet argentino.
Y para ello fue clave el gran cierre de temporada, en el que logró cinco triunfos en ocho presentaciones -su mejor racha en el torneo-, producto de que por fin pudo contar con el plantel completo.
En su debut en Liga Nacional, el equipo dirigido por Leandro Hiriart padeció lesiones, cambios, contagios de Covid-19 y otros factores que condicionaron su rendimiento.
Factor Young
En la quinta fecha, el 12 de noviembre ante Atenas, el base titular Ignacio Rodríguez Suppi sufrió una rotura de ligamentos de la rodilla que lo dejó afuera para toda la temporada.
Al golpe anímico que siempre genera la lesión de un compañero, el equipo perdió una gran ficha.
Después tuvieron que cambiar a dos de los tres extranjeros, Ben Simons y Tanksley Efianayi, quienes nunca lograron desplegar un juego acorde a sus antecedentes.
Para suplir esos nombres llegaron Esteban Cantarutti, Enzo Ruiz y Enzo Rupcic. Luego, Nicolás Paletta reemplazó a Cantarutti, un cambio que dio buenos resultados.
Pero sin dudas, la gran incorporación a mitad de temporada fue la del norteamericano Anthony Young, un jugador de rol bien definido: tirador y goleador.
El equipo se adaptó a su estilo de juego, se hizo cargo de la ofensiva y no le tembló la mano, tanto que hoy por hoy es el máximo anotador de la Liga Nacional, con un promedio de 20,2 puntos en 18 partidos disputados.
Otro factor de la remontada Celeste fue que pudo contar con todo el personal para encarar la parte final de la competencia. Hasta hace poco más de un mes OTC no contaba con ninguno de sus dos pivotes titulares, Anthony Kent y Ariel Zago. Demasiada ventaja en este nivel.
Pero en el tramo decisivo recuperó peso en la pintura y le jugó de igual a igual a los mejores. Incluso, les ganó por paliza a Boca e Instituto.
Por ello, en medio de tantas complicaciones en un torneo de por sí inédito (con formato “burbuja” y muchos partidos de seguido), sin dudas que el balance general es positivo.
Confianza y apoyo
Uno que volvió esta temporada y ratificó sus condiciones fue el chaqueño Cristian Schoppler, que como base o escolta siempre cumple. Es más, en el último partido tuvo que reemplazar al lesionado Paletta y lo hizo en gran nivel.
“Arrancamos la temporada con el pie izquierdo y pasamos miles de cosas, como lesiones, cambio de extranjeros, corte de compañeros, Covid. Todo junto y durante toda la competencia. Jugamos con dos o tres plazas menos, los que resintió mucho. Fue dificilísimo”, reconoció el “Pitu”.
Y agregó: “Un montón de factores que nos complicaron, pero lo pudimos ir superando, mantuvimos la concentración, el club siempre nos apoyó y nos dio la confianza necesaria para seguir luchando. Por eso estoy muy contento por el club y porque logramos el objetivo de mantener la categoría. Es muy meritorio lo que logramos”.
Schoppler también agradeció “la oportunidad de jugar en Liga Nacional en un club que ya conocía y que siempre me trató muy bien”.
En tanto, el misionero Taiel Gómez Quintero consideró que “el equipo se pudo afianzar, demostramos que podemos jugar de igual a igual con cualquiera y jugamos muy bien contra equipos fuertes. Eso es realmente destacable”.
Sobre su balance personal, se mostró autocrítico: “Creo que podría haber dado más, pero por ser la primera experiencia creo que estuvo bien. Realmente el nivel cambia mucho, los jugadores son más atléticos, más altos, mucho más vivos y es difícil jugarle porque te conocen. Me gustó porque es un nivel que te potencia y te muestra qué tenés que mejorar”.
Objetivo cumplido
Por su parte, Rodrigo Sánchez opinó: “A veces jugamos mejor, otras no tanto, pero el equipo siempre dio muestras del carácter que tiene. Tuvimos mucha mala suerte durante toda la temporada. Jugamos muchos partidos sin los dos 5 y después sin el 5 suplente; sufrimos lesiones y Covid. Siempre con dos o tras fichas menos y la pasamos mal”.
De todas formas, remarcó que siempre pensaron que cuando el equipo estuviera completo jugarían mucho mejor y así lo demostraron.
“Con todas las complicaciones pudimos cumplir con el objetivo y estamos contentos. Por eso el balance, tanto grupal como individual, es muy positivo. Lo único que si el equipo de mitad de temporada hubiera estado completo, por ahí estaríamos jugando playoffs. No tengo dudas que así hubiese sido”, destacó.
El pivote Ariel Zago también opinó que con el equipo completo OTC demostró que está para competir de igual a igual con planteles de grandes presupuestos. “Todo el año sufrimos cosas malas, pero al final llegó la buena. Estuvimos incompletos casi siempre, pero así y todo fuimos competitivos y perdimos varios partidos por muy poco. Por suerte, en un momento empezamos a mirar para adelante, a convencernos de que podíamos y lograos hacer un buen cierre de campaña para mantener la categoría”, reflexionó.
El Territorio.