Ernesto Gehrmann, pivote misionero que marcó una época en el básquetbol nacional. Vistiendo la casaca argentina en mundiales estableció un récord global de 331 puntos, que luego de varios años, Luis Scola logró superarlo en su último mundial. «Finito», apodo con el que se lo conocía, no era un dechado de virtudes. Seguro que no. Pero medía 2m11, altura que todavía hoy es importante y que entonces resultaba letal porque le tomaba provecho con un gancho estilizado, que sacaba bien de arriba.
Sin ser potente dado que era tan flaco como alto, ni tampoco contar con un salto siquiera estimable, algunos rebotes bajaba a favor de que sus brazos alzados se aproximaban mucho al cesto y, además, era pícaro para recibir y no lo amedrentaban las defensas duras que solían rodearlo. Contaba con un tiro de frente de buen porcentaje, recibía muchas faltas y encestaba los libres, no bajaba el balón cuando se lo entregaban y solía hacer pases seguros. Dentro y fuera de los rectángulos era un tipo tranquilo, bonachón y sencillo. Muy querible.
SUS INICIOS
Este hijo de padre y madre alemanes, de Hamburgo, nació en Oberá, Misiones, el 7 de mayo de 1945, e hizo sus balbuceos basquetbolísticos en el club Tokio. Lo reclutó Pelozzo, un correntino que trabajaba en las inferiores que le dio las primeras nociones. Luego tuvo muchos entrenadores pero fue un brasileño que andaba por la provincia, Damaseno Lopes, fue del que más aprendió, fundamentalmente en la parte psicológica, anímica, porque que el «Fino» sufría mucho con el complejo de su altura. Además, fue Damaseno Lopes, el que perfeccionó sus lanzamientos.
Llegar al plantel superior del Club Social y Deportivo Tokio e incorporarse a la selección misionera fue automático. Disfrutó defendiendo los colores de su provincia con un equipo más que aceptable, un base muy habilidoso, Ratier, que le daba muchas asistencias. En los argentinos de selecciones comenzó a toparse con los dueños de la zona pintada. Primero contra Guillermo Riofrío, que era su ídolo. Luego con Runcho Prato, un cordobés que defendía bien y tenía gran capacidad de salto. De a poco fue aprendiendo a jugar contra ellos, aunque le costó bastante.
LA CONSAGRACION
Pero Gehrmann alcanzó dimensión nacional cuando viajó a La Plata para incorporarse al poderoso Gimnasia y Esgrima de Rolando Sfeir, Adolfo Perazzo, Antonio Arnal, Héctor Galliadi, Carlos González, Carlos Ratier, Jorge Martín y Orlando Butta orientados por el Bala Ripullone. Esos fueron los tiempos que referencia Finito al comienzo de esta nota. Con la selección platense chocaba en las finales contra un frontón inexpugnable: el combinado bahiense. Un karma.
Tras los provinciales se formaba el representativo bonaerense y ganaban partidos por mucha diferencia en los argentinos de selecciones. Ni Capital, ni Córdoba, ni Santa Fe ni nadie podía con ellos. El talento de Beto Cabrera, el carácter de Lito Fruet y la potencia del Negro De Lizaso daban un plus que no podían contrarrestar.
En febrero de 1966, «Finito» debutó en la selección argentina enfrentando a Paraguay. Ese mismo año fue campeón sudamericano en Mendoza y repitió el título en 1976, en Medellín, Colombia. Con Beto y Lito compartió una exitosa gira por Europa y, añadiéndose alternativamente De Lizaso, Cortondo y Monachesi donde disputaron mundiales. Yugoslavia y Estados Unidos eran grandes equipos pero el que más le impresionó en ese momento siempre fue la Unión Soviética.
En 1979 cumplió su último año como internacional argentino alcanzando el récord de presencias (12 temporadas) en la selección argentina, entonces en poder de Rafael Lledó y Ricardo Alix. En total Ernesto Gehrmann, que pisó canchas de 24 países, jugó 6 Sudamericanos, 3 Panamericanos y 2 mundiales, más uno extra, en los que, en 16 partidos, tuvo una media de 20.5. Notable…
Tras un paso por Palmeiras de Brasil regresó a Gimnasia La Plata para ser bicampeón en el torneo de Capital Federal. En 1983 se retiró jugando en Gimnasia y Esgrima de La Plata, cansado de aguantar a los extranjeros americanos que se llevaban la plata y que los nacionales quedaban relegados. A su edad se volvió a Misiones, al comienzo de todo…
SU PRESENTE
Casado con Ana María Estrada, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos, Finito Gehrmann reside en Posadas, capital de Misiones. Esta jubilado y se entretiene en su tiempo con negocios inmobiliarios. Como tiene una propiedad en San Ignacio, al lado del río, de tanto en tanto se pega una escapada para pescar y descansar.